lunes, 25 de julio de 2011

Marcando la Z del zorro. Zorrooooooo

Ahora soy la única mujer de la casa. Por tanto, las bombachas son todas mías: ya no necesito bordarles la S de Sabrina para que las demás féminas comprendan que no les pertenecen. ¡Y que no las pueden usar! ¿Está claro? (Inhalo. Uno, dos, tres. Exhalo)
No siempre fue así. Soy la menor de tres hermanas. La que creció con menor intensidad de miradas parentales. La que recorrió el caminito amarillo pavimentado con la lucha de mis hermanas. 
Ellas vencieron al "toque de queda" con un argumento implacable (lo mejor era quedarnos bailando en la disco hasta las 6 de la matina y regresar a casa con luz solar, mayor frecuencia de colectivos y más gente en la calle). Ellas suplicaron para poder irse de campamento (con amigas, primero y con novio, después). Ellas presentaron  a los primeros pelilargos.  En abandonar estudios, oler a cigarrillo y exhibir resacas, me precedieron.
Yo fui la primera que se atrevió a comprarse bombachas cola less y a  colgarlas, recién lavadas, de las canillas de la ducha. Me corrijo. Sólo fui la primera en comprarlas. Porque mis hermanas me las usaban y las colgaban de las canillas (por lo menos tenían la decencia de devolverlas limpias). Ante mis reproches -¿¿pero que les pasa che!?, no se dan cuenta de que la S es de Sabrina, y que me tomo la molestia de bordarla para que ustedes no la usen, eh?-
Decía que ante mis reproches mis hermanas me aclararon que ellas sí se daban cuenta de que las bombachitas eran mías, y que mis padres también. Que yo siempre viví en un eterno viva la pepa  porque ellas trabajaron arduamente para ablandar a mis padres. Y que, en justa retribución,  yo tenía que prestárselas porque así pasaba yo (y sólo yo) la vergüenza de que los "calzones de vedette" se secaran a la vista de todos. 
Increible.  Todo "ese arduo trabajo para ablandar a mis padres" les quemó el cerebro y las volvió más conservadoras que mi abuela. Rectifico, que mi bisabuela. Porque las tanguitas que me regaló mi abuela recién me atreví a usarlas cuando me fui a vivir en pareja  (esas si que no las dejaba flamear ante el público ).
Desde que dejé el hogar paterno, siempre fui la única mujer de la casa. Por tanto, las bombachas son todas mías: ya no les bordo la S de Sabrina. Las vedettinas y culottes pueden secarse colgando de las canillas de la ducha. Las tanguitas, no. Las tiendo en el lavadero disimuladas con otra prenda arriba: me da pudor que las vean mis 
hijos. 

Agradecimientos:
A Co: por la expresión "calzones de vedette" (le pedí permiso, pero la usé antes de que respondiera).
A Sandra: por motivar la aclaración de que las bombachas en general no me dan vergüencita, sino las tangas en particular


sábado, 23 de julio de 2011

Inauguro el follow friday

Hoy es sábado. Me tomo una pequeña licencia literaria para inaugurar, como sección en este blog, el Follow Friday (a semejanza de la costumbre en twitter).

lunes, 18 de julio de 2011

Elevarse no es tan fácil

Cenicienta no sabe que el zapato extraviado vendrá a ella trayendo un príncipe consigo. Y putea porque el zapato la traicionó: le dobló el tobillo para luego huir. Cuando está dolorida y harta es más un gaucho matrero que una dama refinada. 
Sus altísimas  hermanastras calzan chatitas y descartan amores petizos. Y la odian porque ella, con su metro cincuenta y cuatro, siempre se acompaña de galanes lungos ( todos lucen más altos al su lado). Y la odian aún más porque (de puro descarada, intuyen), jamás usa los sensuales stilettos que ellas aman pero evitan para no exacerbar su metro ochenta.
Cuando le dicen -Che, si tuviera tus altura, viviría con sobre tacos de quince centímetros- Cenicienta ríe por toda respuesta. Y sufre en silencio (todo lo que se puede sufrir por semejante pavada); se  pregunta que burla, que humor negro le ha privado del equilibrio necesario para dominar un par de tacos aguja. Siempre que lo intenta, tarde o temprano las rodillas le tiemblan, las piernas le duelen y los tobillos se le aflojan. Y la búsqueda de la elegancia trastabilla hacia el ridículo. 
Algún día, Sarkany le hará entender que Dior no le da pan a quien tiene dientes. Que su pie Nº 34 es incapaz de elevarla tanto; que solo dará muchos pasos firmes y estilizados con tacos pequeños, como ella. 
 

lunes, 11 de julio de 2011

Sucesos atípicos conducen a una familia tipo.

Para conocer al hombre de mi vida necesité de una serie de sucesos bastante peculiar. Un bisabuelo dejaba su Rusia natal  para  ir a EEUU y se subió al barco equivocado. Una abuela  escapó de los horrores de la guerra en el último tren que partió de Polonia. Una familia de apellido raro recibió un paquete destinado a otra familia bien distinta pero con el mismo apellido raro. Una chica convino una cita a ciegas pero envió a una amiga en su lugar. Una pareja canceló sus planes de emigrar a último momento. Una cadena telefónica organizada al azar. Y, finalmente, un zapato incómodo y bello me obligó a sentarme a descansar en una escalinata.

-¿Sabrina? Vos me llamaste  para avisarme que cambiaba el horario del curso ¿no?-
- Vos sos...
-Fabián S.
- Ahhh s, si. Fui yo
-¿Tenés un rato libre?-y sin darme tiempo a responder añadió- Yo también. ¿Tomamos un café?

domingo, 3 de julio de 2011

Chica verde

-Piba,  vos estás muuuy verde y acá te van a comer cruda. Nunca contestes que no sabés, ¡no no! -  Mari, además,  me decía que no con los ojos, con la cabeza y con las manos- Decí  "verifico y ya te lo confirmo".

Sucedió en uno de los primeros días de mi primer trabajo. Si quiero ser exacta, tengo que aclarar que tuve antes otros trabajos (cuidé niños, limpié oficinas y atendí en la fotocopiadora del centro de estudiantes de mi facultad), pero ese fue el primero que figuró en mi curriculum vitae profesional . Y el primero en una empresa importante. 
Mary era auxiliar, hacía quince años que trabajaba en la empresa y les conocía las mañas a todos. Me adoptó como su protegida y, en cuestiones de "tener calle", fue mi mentora. Me daba  esos consejos que nunca se escuchan en la facultad y menos aún de un jefe:
-"Si te ven caminando por los pasillos, que te vean llevando una carpeta. Así parece de que andás muy ocupada",  "No admitas así como así que te equivocaste, porque nadie lo hace,  y todos los errores te los van a enchufar a vos". -
Y no se limitaba al ámbito laboral. Me recomendó que si alguna vez me casaba, que fuera con un muchacho que hubiera hecho "el industrial" así se daba maña con "con las cosas de la casa", y que si era "huérfano de madre¨", mejor. -Así no tenés suegra, nena-. No es que yo tuviera la intención de hacerle caso,  pero eso fue lo que sucedió. 
También me sugirió que la primera vez que le cocinara a mi novio, que quemara la comida. Que con eso me garantizaba que jamás iba a tener que volver a cocinar. Pero  eso no sucedió.